Estás sentado en el pórtico de tu casa. Tratando de despejarte un poco; en un status de “me da igual”. Agobiado por las tareas de final de semestre, los exámenes, tu escasa vida personal, el silente estado en el que te encuentras, las deudas, la austeridad de la semana siguiente, lo remotas que se ven las próximas vacaciones, la ausencia de tus seres más próximos, la carencia de cierta simpleza que te haga reír.
Pasa a tu lado una cucaracha. No tiene algo en particular, —demasiado común— piensas. La miras, te preguntas si ella te estará mirando, si acaso ha notado tu presencia. Ella sigue su camino, sin importarle tu que estés ahí, segura, firme, convencida de lo que hace. ¿Qué pensará? ¿Piensa?, recuerdas que ellas pueden vivir días después de que les cortan la cabeza y mueren pero de hambre; ¿Qué se sentirá ser una cucaracha? ¿Qué se sentirá no pensar? Fantaseas con la idea de vivir como una cucaracha, de no tener recuerdos, de no pensar, de vivir por vivir, de que tu existencia sea un instante eterno que sólo tiene trascendencia para los que viven a través de ti, — ¡Un instante prolongado! — te dices.
El insecto advierte tu presencia, da media vuelta y escapa, ¿A dónde?, a ningún lugar, ella no tiene casa, auto, novio, amigos, ni alguien que la espere; ella no tiene razón de ser, solamente es. La tomas por una antena; ella patalea incansablemente, no sabe que es incapaz de huir, su instinto de supervivencia la hace seguir intentando a pesar de todo, ella no sabe que no puede, para ella no hay imposibles. La vas dejando poco a poco en el suelo; recuerdas cuando eras niño y disfrutabas arrancándoles sus patitas a animales indefensos, ¿Cuántos fueron? ¡Qué importa! Ahora eres una persona madura que respeta la vida animal, no eres una bestia.
Ya en el suelo, la cucaracha se va, sin rumbo, ella no tiene que quedar bien con los amigos o ir a visitar a los abuelos el domingo, tampoco tiene dios, religión ni compromisos, ¿Qué tan cercano a la felicidad será eso?; ella sólo existe, y si su existir tiene acaso un sentido es porque tú estás ahí, mirándola, y, sin que lo sepas, ya es especial para ti. ¡Qué absurdo! Pero… Es por ello que existimos… para los demás ¿No?, sólo así tiene un poco de sentido nuestra vida, viviendo para otros, haciendo cosas para otros, justificando nuestro existir de esta manera, ya sea humanos o animales, pero ¿y dónde está el instante prolongado de los humanos? La consciencia de nuestra historia lo dejó atrás. —Somos tan distintos — te dices; vuelves tu vista a la cucaracha, te acercas a ella y la pisas.
Luego, sigues agobiado con cosas “realmente importantes”...
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Chaz me gusto casi todo :S aunque al final fue asi de: auch, que cruel... y un tanto oscuuuuuro.
ResponderEliminarSin embargo la reflexión es muy buena. Personalmente creo que si, vivimos para lo otros.
He aprendido una postura muy interesante, que habla de vivir para ti, de preocuparte por ti, de pensar en ti.. pareciera egoísta, pero continúa exponiendo que los demás son parte de ti y que lo que haces a los demás repercute en ti.
En ese sentido, habla de hacer bien a los otros porque ello generará tu propio bien.
Los seres humanos no vivimos para ser aceptados por otros, o para encarjar con otro, cada quien debe seguir su propio ritmo, sus propias posturas, creencias, luchar por lo que cree, y no por ello dejará de darse a los demás, sean amigos u "enemigos". Somos nuestro interior, pero también somos lo que podemos dar a los demás.
La vida del insecto es sencilla, es ser por el hecho de ser, pero la complejidad de los humanos es maravillosa, aunque creo en el equilibrio, el ser humano no solo puede ser complejo, tiene que aprender a observar, valorar y aprender de la sencillez.
Gracias Zalo por esta valiosa reflexión.
Los Quiero Amigos.
Por cierto Zalo... Ya No Te Drogues XD y si lo haces... invita!!!
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