miércoles, 22 de junio de 2011

Sueño Contigo

Intento arrullarme cada noche en tu extasiante fragancia, aquella que guardo en la memoria misma, el soñar que te tengo cerca, entre mis brazos, posada tiernamente en mi pecho, mientras estoy cubriéndote del frío, con mi cuerpo desnudo junto al tuyo, es sin duda mi más grande anhelo. Añoro perderme en tu piel gitana, casta, ¡divina!, recorrer cada rincón de tu ser, resguardarme dentro de tu alma para sentirme calmado, pleno, deseado por tu corazón, y contemplado por tus ojos de miel, que brillan tintineantes deslumbrando a éste tu amado. ¡Que gloria! Que degustación tan provocativa inunda mis sentidos, llenos de instintos salvajes, punzantes, por convertirme en el único espectador de tu perfecta sonrisa. Sentir como mis manos te poseen, como mis dedos delinean esas curvas despampanantes, voy tocando lentamente con mis labios tu piel suave y tersa como la seda, mientras dibujas con tus besos un universo miniatura de amor y calidez infinitos, de proporciones inauditas, e indescriptibles, y vas plasmando con tus delicadas manos nuestro nombre en este nuevo firmamento, ya has quedado tatuada por todas partes de mi cuerpo, y yo con renovado aliento sigo pensando en ti, sigo oliendo tu aroma, sigo deseando tu ser completo, hasta que despierto con un gemido ahogado y me levanto suplicando, que estuvieses otra vez en mi cama. Quiero sentir de nueva cuenta como tus labios danzan entre mi vientre, subiendo intrépidamente hasta tocar la cumbre, entre mi boca y la tuya de durazno, tan dulce, y a la vez, firme como el sostén del cielo. Me perdería para siempre contigo, jugaría con tu cabellera, absorbería tu aroma en un abrazo eterno, haciéndote mía, conquistando todos tus terrenos, tocando fondo en ese corazón, hasta que sucumbiera la sangre en tus mejillas, tornándolas carmesí.

Has estado para mí en cada noche sin luna y aunque lo anterior parezca sólo una fantasía de mi mente, por lo menos, por unos instantes… por unos segundos de mi vaga vida, te poseo. Eres mía como yo lo soy para ti. Por unos momentos efímeros sé que soy feliz, que soy amado por tu cuerpo, y estoy convencido de que me amas al igual que yo lo hago.

¡Qué locura… que angustia, que melancolía me invade al pensar… que fueses una niña lejos de mi alcance! ¡Qué inhumano sería! Sin embargo…

¡Qué devoción! ¡Qué acecho tan voraz ataca a mis sentidos! Qué benevolencia la tuya, mi amada, Que alucinante el cómo te amo, el cielo es testigo, que maravilloso es contemplar tu mirada y ¡Qué honor es compartir el mundo contigo!